viernes, 9 de diciembre de 2011

Lo que da rabia.

El Ríos era cliente mío, nos llevábamos del uno, si hasta le iba a dejar los paquetes a la casa cuando venían güenos. Ahí nos tomábamos un bajativo y él la probaba, yo no siempre podía porque tenía que seguir ojo el charqui trabajando, y niun brillo mezclar cuando uno no sabe cuándo puede salir pillao.

Igual no te voy a negar que a mi me convenía el Ríos, obvio po, con él estaba seguro que los de la primera por lo menos no iban a cacharme nunca.

Por eso que era paletiao con él, le iba a dejar el producto a la puerta de la casa y hasta rebaja le hacía de repente.

Pero a la Anita yo la conocí por otro lado po, ella era clienta e’ mi mami, y cuando cayó en cama la vieja fue que empezó a comprarme a mi.

¿cómo no me iba a gustarme con esos ojitos verdes que tenía?

Además que la Ana no me contó nunca que era la mina del cabo po, si yo me enteré que andaban juntos esa misma semana, cuando le fui a dejar lo nuevo al cabo Ríos. ¡Cuando la caché que salió del dormitorio no me la podía creérmela...!

Yo me quedé piola si porque por más enamorao que estuviera, si el Ríos cachaba, fijo que abría el tarro y yo me iba en cana al tiro.

Entonces, ese día era un martes, hacía caleta de calor y a la Anita se le ocurrió ponerse esa mini roja que a mi me dejaba loco.

No púe ná terminar nomás, es que la Anita era tremenda mina, yo hasta quería casarme con ella. No podía dejarla, aunque tratara, si yo sabía que no me convenía po, mi mami me advirtió en la que me estaba metiendo, pero yo cabro chico igual, encandilao estaba con una mina mayor más encima , y con lo linda que era la Ana.

La cosa es que yo no sé cómo se habrá enterado el Ríos, pero el asunto es que llegó como loco ese día y yo cuando caché que andaba con la de servicio, al tiro le dije calmao, si con la Anita somo amigos nomás, pero no me compró po.

Ahí mismo pegó el balazo, qué habría dado yo por que me matara a mí oh, pero el Ríos no era ná tonto po, a los cinco minutos llegaron los ratis y me echaron la culpa a mi, yo que nunca habría sido capaz de tocarle un pelo a la Ana. Y ahí quedó mi guachita, tiraíta en el living.

Y yo acá encerrao como los perros pagando mis culpas y las del Ríos también, si entre el cabo Ríos y un cabro chico sin cuarto medio, ¿a quién le van a creer más? Tay claro que a él po.

¿Sabís lo que más rabia me da oh? Que después de toda esta cuestión mi mami le siga vendiendo.

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