miércoles, 31 de agosto de 2011

El silencio brotaba, caía, saltaba. Llenaba todos los espacio de una cocina oscura.

Esperando que las palabras cayeran por su propio peso, la expectativa hechó raíces y se abalanzaron al recuerdo los ojos de Manuel rogando.
La verdad ahora parecía un prado lejano, vacío.

Tanto tiempo pensando para quedarse helada ahora, se había prometido no volver a creer en la mirada de Manuel, en sus manos tiernas secándole las lágrimas.
Nunca más creería en su "nunca más".

Entonces, apretando las manos al café, creyó reventar la taza al tiempo que repetía para sí
"te dejo, te dejo, te dejo"
Y entre tanto pensar se le debió escapar la voz, o Manuel escuchó la intuición.
Dos golpes bastaron para estropear el perfecto desayuno con panqueques del lunes y la esperanza de Ana de ser capaz.
Cansada, se apartó del inconsciente para escuchar de nuevo lo mismo, pero esta vez era ella, su propia voz se prostituía implorando "nunca más Manuel, nunca más"

1 comentario:

  1. Hola...realmente bueno tu escrito... me gusta escribir y creo intentare escribir cortos como este...a veces son mucho mas profundos que los textos mas extensos.

    Mis respetos y felicitaciones.

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