no entiendo porqué cada niño que me gusta termina siendo un agüeonao.
y que quede claro, ser un agüeonao es bien distinto de ser ahueonao o aweonao.
la " Ü " le da cierto toque de ira que me hace explotar.
sábado, 20 de noviembre de 2010
jueves, 11 de noviembre de 2010
tres horas llevaba Sofía esperando el tren.
tres horas tratando de matar el tiempo cuidando el pastel que llevaba como augurio de que su visita sería bienvenida, pensando qué habrá significado ese llamado, reviviendo el pasado y añorando el futuro.
"Raúl está enfermo, quiere verte"
hacía años que Sofía no veía a Raúl, aunque hacía años construía historias en su alma soñadora.
una vez Raúl la vino a buscar a casa, le dijo que la extrañaba, que no podía seguir soportando esta anemia de no verla, Sofía lo miraba tranquila con un secreto nudo en la garganta, amándolo profundamente, sabiendo que esta visita se trataba de un nuevo arrebato de Raúl por evitar lo inevitable, por explorar lo prohibido, por salir del carrusel en que había puesto a girar su vida como si todo estuviera pre-dispuesto.
como si todo camino tuviera su final designado, como si cada camino estuviera trazado.
Sofía no entendía que para Raúl no todos los caminos tenían final.
habían pasado veinte años desde esa visita, y Sofía seguía preguntándose todos los días qué habría pasado si hubiera aceptado la locura de Raúl, si le hubiera dicho que si a todos sus delirios como si de un adolescente apasionado se tratara.
Pero no.
Ella sabía que ya no estaban en edad para esos juegos, cada uno debía hacer su vida, vivir su vida, ser feliz.
cada uno por su lado.
de todos modos, cuando imaginaba el azul de esos ojos, no podía contener las lágrimas, esque sofía nunca había visto azul más azul que el azul de los ojos azules de raúl.
ni sonrisa más maravillosa que la maravillosa sonrisa maravillosa de raúl.
ni voz más tranquila que la calmada voz marchita de raúl.
y ahí estaba sofía, tres horas esperando el tren.
preguntándose si habrá sido correcto usar el vestido rojo.
tres horas tratando de matar el tiempo cuidando el pastel que llevaba como augurio de que su visita sería bienvenida, pensando qué habrá significado ese llamado, reviviendo el pasado y añorando el futuro.
"Raúl está enfermo, quiere verte"
hacía años que Sofía no veía a Raúl, aunque hacía años construía historias en su alma soñadora.
una vez Raúl la vino a buscar a casa, le dijo que la extrañaba, que no podía seguir soportando esta anemia de no verla, Sofía lo miraba tranquila con un secreto nudo en la garganta, amándolo profundamente, sabiendo que esta visita se trataba de un nuevo arrebato de Raúl por evitar lo inevitable, por explorar lo prohibido, por salir del carrusel en que había puesto a girar su vida como si todo estuviera pre-dispuesto.
como si todo camino tuviera su final designado, como si cada camino estuviera trazado.
Sofía no entendía que para Raúl no todos los caminos tenían final.
habían pasado veinte años desde esa visita, y Sofía seguía preguntándose todos los días qué habría pasado si hubiera aceptado la locura de Raúl, si le hubiera dicho que si a todos sus delirios como si de un adolescente apasionado se tratara.
Pero no.
Ella sabía que ya no estaban en edad para esos juegos, cada uno debía hacer su vida, vivir su vida, ser feliz.
cada uno por su lado.
de todos modos, cuando imaginaba el azul de esos ojos, no podía contener las lágrimas, esque sofía nunca había visto azul más azul que el azul de los ojos azules de raúl.
ni sonrisa más maravillosa que la maravillosa sonrisa maravillosa de raúl.
ni voz más tranquila que la calmada voz marchita de raúl.
y ahí estaba sofía, tres horas esperando el tren.
preguntándose si habrá sido correcto usar el vestido rojo.
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