martes, 31 de marzo de 2009

chilevisión me cagó.

"cuando yo sea brande quiero ser bailarina de ballet"
"cuando yo sea grande quiero ser astronauta"
"yo de graande voi a ser como superman!"
Escucho las noticias, me da como pena ver esos reportajes, tan ilusos, tan pequeños.

Cuando yo era más chica, de grande quería ser un día Psicóloga (para ayudar a mi mamá en el trabajo), un día Profesora (para ayudar a mi papá), un día bailarina, un día artista, otro día "actora" y otro día cantante, pero mi mayor aspiración, por sobre todas las cosas, era ser "bailarina de palito", yo creo que no me daba cuenta a lo que me refería, las bailarinas de palito eran las que bailan en el caño, en los cafés de viejos verdes y todo eso.
Cada día llenaba mi "mushila" con ropa para mi muñeca, un cuaderno, un lápiz, un par de calzones y mi vestido favorito (blanco con lunares rojos). me ponía la mochila en la espalda, caminaba cuidadosa hasta la cocina, y sólo después de asegurarme de mi abuelita durmiendo, la vale viendo la tele y mi nana pintándose las uñas, me disponía a encaramarme en esa silla recién hurtada para alcanzar las llaves de la casa, que ponían en un clavito arriba de la puerta de calle, es que ya estaban tan cansados de mis escapadas. Las primeras veces me costaba tanto que terminaban por descubrirme, se reían y yo me enfurecía, lloraba de rabia viendo las carcajadas de todos al darse cuenta que me quería escapar de la casa.
Luego del tiempo, y de un par de centímetros más de estatura ideé al fin la coartada perfecta: una silla, sobre ella tres cojines de los gordos del sillón rojo, uno encima del otro, y con el gancho de la ropa sacaba las llaves, que caían dentro de mi mochila, al caer sobre la ropa no sonaban.
Abría la puerta sigilosa, salía, un pan para mi perro: así me aseguraba de no escucharlo ladrar. Lentamente introducía la segunda llave en la cerradura de la reja: ya estaba todo listo, sólo quedaba arrojar las llaves al masetero de adentro, cerrar la reja y salir corriendo.
Llegaba siempre hasta la panadería ubicada en la esquina de mi casa, esa calle era peligrosa, siempre lo supe, mi abuelita se encargaba de contarme historias sobre niñas que acompañaban a su abuelita a comprar el pan y les soltaban la mano; a todas las atropellaban y morían al instante. No me importaba, a mi no me asustaba nada de eso, porque yo era más inteligente y sabionda que ellas, yo había encontrado la forma de escapar sin que nadie se diera cuenta.
o al menos eso creía.
Me encantaba sentarme en la esquina de la panadería y ver a la gente pasar, le cambiaba la ropa a la Cindy, mi muñeca colorina y sacaba el cuaderno, dibujaba y organizaba mis días futuros, cuando hubiera ya estudiado todas esas carreras.
entonces comenzaba a pensar, hacía rayas entrelazadas en el cuaderno, pensando que escribía.
el lunes sería psicóloga, el martes profesora, el miércoles pintora,el jueves bailarina "de palito", el viernes cantante y el sábado "actora".
así imaginaba mi vida, con cuatro hijitas y cuatro hijitos, ellos eran siempre de la misma estatura que la Cindy, al rededor de treinta centímetros.
Veía como pasaban mis días, me encantaba pensar en eso, pensaba en qué le diría a mis hijos cuando me preguntaran cómo era mi casa cuando chica, o de qué color sería el regalo de cumpleaños que les daría a los cuatro (tendría dos pares de cuatrillizos).
siempre pensaba que llevaba horas instalada, en la esquina de la panadería, pero eran sólo unos minutos, hasta que veía a mi abuelita corriendo tan rápido y cansada, y gritándome que no cruzara la calle, entonces me devolvía.
llegaba a la casa a tomar once y a contarle a la tía Jannete, mi nana los colores de las cacas de perro que había visto en esa última salida. (me sorprendía mucho que fueran de distintos colores.)
ahora que me acuerdo de todo tan claro, es bonito pensar que en realidad pasó, me acuerdo cuando le dí un beso al hijo de la tía Jannete, se llamaba Nachito y me cantaba "seré tu amante bandido, bandido, seré tu héroe de amoor"
nos dimos un besito una vez, luego de eso nos miramos y dijimos "esto es para grandes", entramos a la casa y todo como si nada, nos sentíamos tan culpables. lo recuerdo perfecto.
ahora pienso que me gustaría tener de nuevo esas ganas de estudiar, jajá, será porque en ese tiempo ni siquiera sabía escribir.
de ahí será que me hace tanto sentido eso de salir corriendo de todas partes.

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